Lic. Rut Maggi
Licenciada en Psicopedagogía.
Especialista en enfermedades psicosociales.
Especialista en prevención en el ámbito educativo, laboral y comunitario (Centros de Integración Juvenil, México).
Especialista en prevención de movilización comunitaria (Universidad de Oklahoma, USA).
Hablemos de drogas
Una realidad que debe tratarse en familia
La adolescencia es una etapa fundamental en la formación de la personalidad
Queremos invitar a los padres y madres de chicos y chicas de 11 a 18 años a reflexionar sobre las drogas y el alcohol para poder llevar a cabo una tarea preventiva eficaz, desde la familia.
Para los padres los hijos siempre son pequeños y casi con sorpresa descubrimos que su mundo ha cambiado, y también la manera de relacionarse con los adultos.
La adolescencia se caracteriza por la riqueza de vivencias y aprendizajes, pero también por la inestabilidad de emociones y sentimientos.
Los jóvenes experimentan profundos cambios, desde su propia constitución orgánica – cambios hormonales vinculados a la adquisición de la capacidad reproductiva – a importantes cambios personales y sociales para adaptarse al mundo que empiezan a descubrir.
La tranquilidad y estabilidad que caracterizan el final de la infancia dan paso a un periodo de continuos descubrimientos.
La adolescencia se inicia con la aparición de los primeros síntomas prepuberales, hacia los 11-12 años, y se prolonga en diferentes fases hasta los 18-20 años.
Es una etapa de autoconocimiento y afirmación, donde surgen cuestionamientos, conflictos con las normas familiares y sociales que chocan con la propia búsqueda de identidad y valores absolutos propios de esa etapa adolescente (amor, lealtad, verdad, solidaridad…).
La primera manifestación de la entrada en la adolescencia es la aparición de pequeños conflictos.
Muchos de estos conflictos responden a una necesidad de afirmación personal y no representan, en el fondo, ningún problema grave.
Los adolescentes quieren experimentar y ser felices
Los jóvenes de hoy entienden la adolescencia como una época para gozar de la vida y ser felices. Sus experiencias se desarrollan en el marco del grupo de amigos, con los que comparten vivencias, gustos y sentimientos y es este el entorno que ejerce la mayor influencia sobre ellos.
En el inicio de la adolescencia, las drogas pueden aparecer de manera habitual en las conversaciones de chicos y chicas. A menudo se trata de una manera de demostrar que se ha dejado atrás la infancia.
Buena parte de los conflictos se producen por la necesidad de experimentar sensaciones nuevas y distintas y compartirlas con los demás, minimizando los riesgos y consecuencias. De esta forma se empiezan a tener los primeros contactos o acercamientos con las drogas.
Las drogas han conseguido en esta época un grado de difusión mayor que en cualquier otro momento de la historia, como un elemento transgresor, disruptivo, para desinhibirse, rebelarse o identificarse con el grupo.
La generalización del consumo puede inducir a los adolescentes a pensar que tomar drogas es una cosa normal y que no comporta ningún peligro. Y no es así.
Las drogas están más cerca de los adolescentes de lo que piensas
Los padres tenemos que aprender a sostener una posición adulta que acompañe una educación para la autonomía y la responsabilidad.
Los padres no podemos olvidar que la experimentación es el principal medio de aprendizaje de los adolescentes.
Debemos aprender a situar nuestra influencia educativa como un recurso, para cuando ellos nos piden opinión.
Esto no quiere decir que evitemos expresar nuestras creencias y opiniones ante nuestros hijos. Al contrario, tenemos que hacerlo de forma cotidiana y amigable.
¡El dialogo y una buena comunicación es fundamental!
Prohibir por prohibir no sirve de nada.
No todos los adolescentes son iguales. Podemos verlo en las maneras cambiantes de hablar, de vestirse, o en los gustos musicales. Las formas exteriores no indican chicos y chicas buenos o malos. Hay muchas formas de ser adolescente.
El alcohol, el tabaco y el cannabis son las drogas más cercanas y accesibles y las que más fácilmente llegan a los adolescentes.
Evitar hablar de drogas o convertirlas en un tema tabú no las elimina ni reduce las probabilidades de que chicos y chicas tengan que tomar contacto con ellas, en algún momento de su vida.
Hablemos de drogas, sin dramatizar ni banalizar
Hay que hablar de drogas y alcohol en casa, de manera franca, con la verdad, evitando crear situaciones dramáticas innecesarias y huyendo del mensaje apocalíptico que solo logra reforzar las convicciones de chicos y chicas, sobre la incomprensión y dogmatización de sus argumentos (“mis padres exageran, no es para tanto”) Sin embargo, es importante no banalizar el tema y ser referentes y modelos, demostrarlo con el ejemplo personal.
Es importante encontrar un tono sencillo, razonable y directo, que sea útil y efectivo con lo que queremos transmitir, para alertar acerca de los riesgos de las drogas, incluido el consumo de alcohol.
En la infancia prevenir es sinónimo de proteger, evitar que nuestros hijos sufran riesgos innecesarios.
En la adolescencia, proteger quiere decir seguir estando presentes y comunicados, proporcionar habilidades personales, recursos, conocimientos, ejemplos y valores para que puedan encontrar sentido a su vida, y discernir, decidir sobre todo lo que el mundo les ofrece… incluyendo las drogas
Tomar drogas es siempre un riesgo
Una droga, es una sustancia que puede modificar el pensamiento y la conducta y el comportamiento de la persona que las introduce en su organismo.
El cerebro es una de les partes más complejas y delicadas del organismo. Del cerebro dependen los sentimientos, la forma de pensar, nuestro mundo interior y la capacidad de relacionarnos con los otros. Las drogas lo afectan de manera directa interfiriendo en sus mecanismos de funcionamiento.
Las drogas comportan siempre un riesgo muy importante que puede variar según el tipo de sustancia, la manera de consumirla y las características personales de quien las toma.
Las drogas afectan al desarrollo psicofísico, los procesos educativos, la vida familiar y la relación con nuestro entorno.
Sentirse queridos, valiosos y seguros ayuda a nuestros hijos a encontrar el equilibrio
Padres, madres y adolescentes
El adolescente
1. Reclama libertad, quiere tomar sus propias decisiones. Ya no es un niño, pero tampoco es exactamente un adulto. “Quiero salir con mis amigos esta noche. ¿Me das dinero?”
2. Es muy susceptible y permeable a las influencias que recibe de su entorno, a las opiniones de sus pares, a las modas y a las presiones comerciales, de consumo. “Esto sí está bueno.”
3. Se rebela contra los adultos, se opone sistemáticamente a sus opiniones y transgrede las normas en un acto de afirmación. “Déjame hacer mi vida.”
4. Quiere descubrir, experimentar, conocer lo desconocido y lo prohibido, explorar nuevas sensaciones. “¡Qué fuerte, qué genial!”
5. Se identifica con sus amigos, con los que forma un grupo de intereses comunes, y de afinidad. “Todos mis amigos lo hacen.”
Los padres y las madres
1. Podemos ayudar a nuestros hijos/as a ganar libertad y autonomía para que sean responsables de sus decisiones, que sepan qué quieren vivir y qué deben evitar. ¡A mayor libertad mayor responsabilidad!
2. Favorecer el conocimiento y el pensamiento crítico: el dialogo, las conversaciones cotidianas invitan a reflexionar, usando argumentos sólidos y creíbles.
3. Estar dispuestos a discutir, pactar, acordar, sin perder de vista que sin respeto por las normas no puede existir responsabilidad ni libertad. ¡Cada conducta tiene una consecuencia!
4. Fomentar las actitudes reflexivas y prudentes, ya que desde una lógica adolescente, las sensaciones y los placeres son inmediatos y los daños… lejanos e improbables. ¡Esa peligrosa sensación de invulnerabilidad!
5. Conocer y respetar a los amigos de nuestros hijos/as, pero al mismo tiempo detectar, observar las actitudes que les impiden ser ellos/as mismos.
Educar es acompañar y ayudar a comprender los cambios, descubrir emociones y sentimientos. Explicar el porqué de las normas, los acuerdos, esto nos ayudará a establecer un clima de confianza.
Nuestro objetivo es orientar y proporcionar pautas de actuación a las familias en la relación con sus hijos para prevenir las conductas de riesgo relacionadas con el consumo de drogas y, de ser necesario, informar de recursos especializados adecuados a la demanda.
Ud. puede solicitar información u orientación por este medio y trataremos de contactarnos a la brevedad.