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Consumo de sustancias en adolescentes

Publicado: Sábado 24 de Junio 2023
Fuente: La Nacion


En el caso de los niños y adolescentes, todo consumo de sustancias es problemático por el ciclo vital de desarrollo físico, psíquico y social y el aumento de la exposición a otras situaciones de riesgo.

1. ¿A qué sustancias están hoy más expuestos los adolescentes?

El consumo de sustancias psicoactivas engloba tanto a las legales, como el alcohol, la cafeína, la nicotina, psicofármacos y ciertos medicamentos para aliviar el dolor (por ejemplo, tramadol), como a las ilegales, entre las que se encuentran la marihuana, la heroína, el LSD, la cocaína y las anfetaminas, entre otras.
En cuanto al consumo de estas sustancias en adolescentes de 12 a 17 años, el principal problema que tenemos hoy es el del alcohol. En promedio, lo empiezan a consumir a los 13 años y medio, según datos de la Sedronar. Además, ese mismo informe revela que la mitad de los adolescentes que consumió alcohol durante el último año lo hizo de un modo riesgoso.

“Las cifras son alarmantes y muy por encima de las de otros lugares del mundo. Esto nos dice que en Argentina no estamos cuidando a los adolescentes”, afirma Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández, profesor de toxicología de la Facultad de Medicina de la UBA y director de la Fundación niños sin tóxicos, Fundartox.

El segundo problema más grave en esta franja etaria es el consumo de marihuana. En promedio, empiezan a consumir entre los 13 y 14 años. Además, su consumo se triplicó entre 2010 y 2016, según datos de Sedronar. De acuerdo al último informe (2017), el 15,9% consumió alguna vez en la vida y el 11,8% durante el último año. Además, el 14,5% de los estudiantes de educación media que consumen marihuana presentó un consumo riesgoso alto.

De acuerdo a los especialistas, esto se da porque la percepción de riesgo es baja (38,2% para la marihuana y 10% para el alcohol). “El consumo de marihuana es un problema grave que tenemos y que tiene que ver con la subestimación o banalización de sus efectos. Hoy tenemos una generación de padres que va desde los 30 a los 50 que consume marihuana como moneda corriente y no ve como algo preocupante que sus hijos adolescentes la consuman. Sin embargo, lo es porque tiene efectos nocivos sobre su salud física, psíquica e intelectual”, explica Damin.

En tercer lugar, el consumo de psicofármacos (ansiolíticos, hipnóticos y sedantes, antipsicóticos, tranquilizantes, antidepresivos, antiepilépticos) se intensificó a partir de la pandemia. “Su consumo abusivo (y sin receta médica) entre adolescentes es alarmante”, afirma Damin.

Según este especialista,, “junto con el consumo de psicofármacos aparece, entre los 16 y 17 años, el consumo incipiente de sustancias sintéticas que son producidas a partir de sustancias químicas en laboratorios clandestinos (LSD, metanfetaminas, fenciclidina y derivados, GHB, spice, derivados de fentanilo y meperidina) y finalmente de cocaína”.

Otro consumo preocupante es el de tabaco: el 20% de los jóvenes entre 13 y 15 años lo consume y más de la mitad (54,2%) muestra signos de dependencia. En cuanto a la edad de inicio, el 56,9% comienza a los 12 o 13 años, según la encuesta mundial sobre tabaco realizada en Argentina en 2018. El mismo estudio revela que el 7% consume cigarrillo electrónico. En la web de la Sedronar, además de advertir sobre sus efectos nocivos sobre la salud, se subraya que “es muy preocupante la popularidad que los cigarrillos electrónicos están adquiriendo entre los adolescentes, por la facilidad del acceso, su atractiva publicidad, la variedad de sabores de los líquidos y la creencia de que son más seguros que los cigarrillos tradicionales”. Lo mismo ocurre con el uso de vapeadores que utilizan un sistema muy similar con algunas diferencias: al usar una batería más grande, duran más que los cigarrillos electrónicos.

Finalmente, aparece el consumo de bebidas energizantes que contienen sustancias estimulantes como cafeína, taurina y gran cantidad de azúcar, como otro consumo problemático. Según los especialistas, su consumo es especialmente preocupante cuando son consumidas junto con bebidas alcohólicas con la finalidad de aumentar la tolerancia al consumo de estas últimas.

2. ¿A qué señales tengo que estar alerta para identificar un consumo problemático?
Entre las principales señales, los especialistas consultados para la realización de esta guía (detallado al final) remarcan:

Señales emocionales y sociales:

  • Cambios en sus vínculos: empieza a tener mala relación con quienes normalmente se relacionaba bien. Esto se produce con frecuencia porque prefieren evitar a las personas que podrían plantearles cara a cara la necesidad de que modifiquen ciertos comportamientos. También suelen aparecer nuevas “amistades”.
  • Ausencias y desgano: suelen darse en actividades que antes la persona disfrutaba, como reuniones familiares y salidas con amigos.
  • Inestabilidad emocional o cambios repentinos en el estado de ánimo: mal humor, irritabilidad, hostilidad, excitación, depresión, ansiedad, falta de voluntad, estado de alerta permanente, ira, tristeza, desgano, dificultad para la concentración, insomnio y cambio de hábitos en el sueño.
  • Estados de confusión o de paranoia o de exaltación repentina.
  • Guardar secretos: tanto sobre las llamadas telefónicas como respecto a dónde estuvo
  • Horarios para dormir irregulares
  • Problemas en el trabajo o la escuela: conflictos, bajas en el rendimiento y faltas a clase. Puede darse un abandono de los estudios.
  • Relatos que se contradicen: los engaños comienzan a hacerse más visibles. Mentiras, ausencias injustificadas del hogar, cambio en su rutina, conductas extrañas, aislamiento.
  • Negarse a reconocer los efectos nocivos del consumo de sustancias.

Signos físicos:

  • Ojos enrojecidos, pupilas dilatadas
  • Falta de interés en la higiene personal y aspecto descuidado. Muchas veces dejan de ir al médico, al odontólogo, de hacer actividad física.
  • Arrastrar las palabras
  • Pérdida o aumento del apetito
  • Movimientos descoordinados
  • Ojeras
  • Resfriados y tos frecuentes
  • Pérdida de peso
  • Somnolencia
  • Temblor

3. ¿Se puede prevenir que mi hijo tenga un consumo problemático?

Hay ciertas prácticas y actitudes que como padre podés llevar adelante para ayudar a que tu hijo no caiga en consumos problemáticos, según detallan los especialistas consultados para la realización de esta guía:

  • Hacé visible con tu ejemplo la importancia de cuidarse: la mejor forma de que los chicos aprendan a cuidarse es haciendo consciente el cuidado de la salud en casa. “Si un papá se cuida con el alcohol que consume, nunca toma alcohol cuando maneja, hace ejercicio físico, se cuida con lo que come, si todo eso es importante en la casa, los chicos entienden entonces que cuidar la salud es valioso y es probable que cuando salgan y alguien les ofrezca un cigarrillo de marihuana o una cerveza sepan decir que no, porque lo aprendieron en casa”, explica Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández y profesor de toxicología de la Facultad de Medicina de la UBA.
  • Hablá con tu hijo sobre las consecuencias para la salud: es importante hablar sobre la gravedad del consumo de sustancias sin minimizar sus consecuencias. Es clave que los chicos sepan con claridad cuáles son los efectos de consumir alcohol, tabaco, medicamentos, marihuana y cocaína, por ejemplo. “Además de los efectos sobre la salud, hay que explicarles que cuando estás bajo los efectos de alguna sustancia tóxica, podés llegar a consentir situaciones que en condiciones normales no aceptarías, como el sexo sin cuidados o cualquier otro tipo de situación que implique ponerse en riesgo”, grafica Damin.
  • Poné límites: según Damin, la idea de algunos padres que dicen “prefiero que consuma en casa a que lo haga afuera” perjudica a los chicos y alimenta el problema. Los chicos precisan límites claros y uno de ellos es explicarles que en casa tampoco deben consumir ni alcohol ni sustancias. La otra idea equivocada de aquellos padres que argumentan que “si no transo, mi hijo se queda afuera porque el resto lo hace” denota una enorme dificultad de los adultos para poner límites. “La etapa adolescente se caracteriza por el impulso a desafiar los límites. Si no encuentran límite, van por más. Y lo que está en juego es su salud y su futuro”, alerta Gabriela Torres, titular de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación (Sedronar).
  • Acompañalo de cerca: “A un hijo hay que poder verlo cuando llega un sábado a la noche de una salida. No alcanza un WhatsApp que nos diga que está bien en la casa de un amigo. Hay que verlos, tocarlos y olerlos, que el chico sepa que hay alguien que está controlando cuando vuelve a su casa”, opina Damin.
  • Enseñale a registrar y expresar sus emociones: empezá desde pequeño a enseñarle a identificar y poner en palabras sus emociones. Esta habilidad le será de gran ayuda en la adolescencia, ya que le brindará herramientas para no tapar sus problemas (tristeza, dolor, frustración) mediante el consumo de sustancias tóxicas.
  • Fomentá el autoconocimiento vinculado a la autoestima: la autoestima es el sentimiento del propio valor, el respeto por uno mismo. María Pía del Castillo, directora de la Fundación Padres, puntualiza: “Si uno no aprendió a valorarse, a comunicar lo que le pasa, si anda por la vida sintiéndose no valioso, sin límites, esa experimentación puede ser el primer paso hacia otras cosas”, alerta.
  • Generá un espacio de confianza y evitá que sea un tema tabú: es importante que el tema consumos esté habilitado para conversar y que se pueda hablar del asunto con naturalidad. En esa línea, Damin cree que es importante que los chicos sientan la confianza de poder contar en casa si probaron alguna sustancia. “Si yo lo trato como un tema tabú y le digo a mi hijo ´ni se te ocurra, ni se te ocurra´, es muy poco probable que cuando lo haga me lo cuente”, enfatiza.
  • Estate alerta a sus amistades: en ocasiones, los chicos se inician en el consumo para evitar cargadas u otras situaciones de acoso si se niegan a hacerlo. Por eso la directora de Fundación Padres aconseja: “Es fundamental darles herramientas para que puedan tomar decisiones y mantenerlas sin ceder ante las presiones del grupo. La necesidad de pertenecer al grupo es central en la adolescencia”.
  • Prevé situaciones y cómo se podrían afrontar: escuchar a los chicos y a las chicas sin juzgar. Si nos cuentan que ingirieron alguna sustancia, primero los ayudamos a recuperarse y luego vamos viendo, juntos, qué fue lo que pasó. Cada evento necesita varias conversaciones acotadas, no se puede agotar un tema de una sola vez; hay que retomar, preguntar, mostrar interés por amigos, anécdotas, etc. Eso aumenta la confianza.
  • Generá nuevos acuerdos sociales entre los adultos: hablá con los padres de su grupo de amigos o compañeros para generar estrategias de contención y cuidado. “Una madre o un padre conscientes sobre la seriedad del tema, que buscan acompañar y, de ser necesario, poner límites, no pueden, si están solos, contra todo un sistema en donde prima la permisividad extrema. Si un adulto decide que en el cumpleaños de su hijo o hija los chicos no consuman alcohol, pero eso sigue sucediendo en el resto de los cumpleaños del grupo, lo único que consigue es que los chicos no vayan al cumpleaños de su hijo o hija. En cambio, si todos los padres se ponen de acuerdo, el panorama es otro”, reflexiona Gabriela Torres, de la Sedronar.
  • Ayudalo a ser crítico frente al bombardeo de las publicidades, canciones y medios de comunicación que relacionan el consumo de sustancias con la diversión y la alegría: “Es importante que los jóvenes entiendan que quien padece consumos problemáticos no vive en un estado “de fiesta” como suelen transmitir muchas publicidades o personajes famosos, sino más bien lo contrario: prevalece el estado depresivo que conlleva sufrimiento”, enfatiza el especialista Federico Pavloski, médico psiquiatra, fundador del dispositivo Pavlovsky.

4. ¿Cómo distinguir si mi hijo tiene una adicción?

Según Carlos Damin, jefe de toxicología del Hospital Fernandez, “el consumo se torna problemático cuando existe abuso o dependencia. No sucede lo mismo cuando el consumo es esporádico (como es el caso de quienes consumen de forma experimental, 1 a 3 veces en la vida) u ocasional (1 a 2 veces al mes)”.

El abuso, en cambio, se da cuando el consumo se vuelve frecuente y excesivo.

Mientras que en la adicción, la vida cotidiana se resume en dos acciones: comprar y consumir sustancias. Lo característico es que ese consumo empieza a tomar toda la vida de la persona, afectando sus vínculos y su salud psíquica y física, entre otras cuestiones.

El consumidor habitual (que consume cada semana o varias veces en la semana) y el compulsivo (consume 1 o varias veces por día) son los más problemáticos y proclives a caer en una adicción. Se caracterizan por la necesidad, luego de un tiempo de consumo, de mayores dosis de la sustancia psicoactiva para lograr los efectos producidos originalmente por dosis menores (tolerancia) y por tener reacciones fisiológicas compatibles con el síndrome de abstinencia cuando intentan disminuir o eliminar el consumo de determinada sustancia.

Según los expertos, la adicción aparece como una válvula de escape, un “tapón” que busca dar contención a un conflicto que la persona no encuentra forma de resolver. El miedo, la falta de autoestima, la soledad, la inmadurez emocional, la inseguridad, las ganas de huir de las responsabilidades o de la realidad de la vida propia, son solo algunas de las motivaciones detrás de las adicciones.

Sin embargo coinciden en que para que una conducta se vuelva adictiva, intervienen una variedad de factores que vuelven a las personas más vulnerables, entre ellos, la predisposición genética, patologías de base y su situación familiar.

5. ¿Qué efectos tienen los consumos problemáticos sobre la salud?

Los efectos dependen del tipo de sustancia, de la cantidad y de la frecuencia con la que se consume. Existen ciertas sustancias legales, como el tabaco, el alcohol o los energizantes, y otras ilegales, como la marihuana, la cocaína, la heroína, entre otros. Sin embargo, todas se caracterizan por ser perjudiciales para la salud psicológica y física de cualquier persona.

El daño neurológico en adolescentes es mayor y el deterioro neurocognitivo ocurre más temprano. Asimismo hay mayor riesgo de generar dependencia física y/o psicológica.

Todo consumo de sustancias actúa sobre los neurotransmisores alterando y perturbando el correcto funcionamiento del cerebro, afectando la conducta, estado de ánimo o percepción.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó las drogas ilícitas en cuatro grupos, en función de su peligrosidad. Las más peligrosas serían aquellas que crean dependencia física con mayor rapidez y que presentan mayor toxicidad y las menos peligrosas aquellas que crean únicamente dependencia psicológica. Estos grupos ordenados de mayor a menor peligrosidad son:

Grupo 1: opiáceos (opio, heroína, morfina, etc.)
Grupo 2: psicofármacos sedantes
Grupo 3: cocaína y anfetaminas
Grupo 4: ácido lisérgico, cannabis –marihuana, hachís– y mescalina

Con respecto a los efectos sobre la salud, la OMS estableció las siguientes categorías:

Efectos crónicos: debido al uso compartido de agujas, el consumo de heroína inyectada constituye un importante medio de transmisión de agentes infecciosos, como el VIH y los virus de las hepatitis B y C.

Efectos a corto plazo: en el caso de los opioides, se destacan las sobredosis. También las muertes y lesiones en accidentes por conducir bajo los efectos de sustancias que alteren la coordinación física y el juicio.

Efectos sociales: ruptura de vínculos e incumplimiento de compromisos o responsabilidades, etc.

Los especialistas también han determinado consecuencias específicas, según la sustancia:

Marihuana: puede producir deterioro cognitivo persistente, cuadros psiquiátricos, alteraciones bronquiales, pulmonares y endocrinas. Para más información ver la respuesta a la pregunta seis.

Cocaína: déficits cognitivos, alteraciones de regiones corticales específicas; arritmias e infartos cardíacos. Se ha observado deterioro de la función motora y disminución de los tiempos de reacción.

Anfetaminas: trastornos del sueño, ansiedad, disminución del apetito; cambios metabólicos regionales y deterioro motor y cognitivo, etc.

Éxtasis: tiene consecuencias conductuales y fisiológicas. Deterioro de la memoria, de la toma de decisiones y del autocontrol, paranoia, depresión y ataques de pánico, etc.

Sustancias alucinógenas: episodios psicóticos agudos o crónicos, repeticiones de la experiencia de los efectos de la sustancia mucho tiempo después de su consumo (flashbacks).

Con respecto a las drogas lícitas, los especialistas detallan los siguientes efectos:

Psicofármacos: los efectos en el cuerpo actúan como relajación, pérdida de la noción del tiempo, también disminuye la actividad cerebral. En muchos casos, a estos medicamentos los mezclan con energizantes o alcohol logrando así un efecto mayor y más riesgoso y dañino. El especialista Carlos Damin explica que “después de tres meses de mala utilización, los psicofármacos pueden generar cuadros psiquiátricos”.

Alcohol: solo el 10% de lo que se ingiere se elimina por orina y sudor. El resto es digerido por el hígado y se convierte en azúcar, causando enfermedades con efectos irreversibles como la cirrosis hepática, pancreatitis, diversos cánceres y enfermedades cardiovasculares. Además afecta la vida sexual y reproductiva siendo la disfunción eréctil una de las consecuencias (tomar en exceso dificulta la capacidad de tener o mantener una erección).

Tabaco: además del cáncer, fumar puede provocar enfermedades pulmonares como bronquitis crónica y enfisema y exacerba los síntomas del asma en adultos y niños. Además afecta al funcionamiento del corazón y del cerebro.

Bebidas energizantes: los niños son especialmente vulnerables al nocivo impacto de la cafeína en el sistema cardiovascular y sistema neurológico. En grandes cantidades pueden causar ansiedad, nerviosismo, insomnio, angustia, depresión, trastornos gastrointestinales, taquicardias, temblores, problemas de concentración, empeoramiento del rendimiento escolar y aumento de la tensión. El consumo de estas bebidas es especialmente preocupante cuando son consumidas junto con bebidas alcohólicas.

6. ¿Es peligroso que mi hijo consuma marihuana?

El especialista Carlos Damin, jefe de la División Toxicología del Hospital Fernández, afirma que el consumo de marihuana en adolescentes es grave y preocupante:
Primero, por la edad de inicio que actualmente suele darse a los 13 0 14 años.

En segundo lugar, debido al efecto directo de la marihuana sobre el desarrollo neurológico de los chicos ya que produce alteraciones en la función cognitiva con pérdida de la memoria a corto plazo y pérdida de la atención, entre otros.

En tercer lugar, porque la marihuana puede provocar cuadros psiquiátricos, facilitando la descompensación de aquellos pacientes que tienen una patología previa compensada. “Por eso vemos muchos cuadros psiquiátricos bajo los efectos de la marihuana que son simples descompensaciones de patologías que estaban compensadas pero que no las veíamos hasta que empezó a consumir”, explica.

Con respecto a los efectos sobre la salud de las chicas y los chicos, Damin asegura que la marihuana impacta en diferentes órganos, sobre todo en los pulmones aumentando las chances de adquirir cáncer, bronquitis crónica o enfisema. Además produce alteraciones endocrinas, afecta la fertilidad (reduce las hormonas sexuales) y disminuye o inhibe el sistema inmunológico.

En cuanto a los síntomas inmediatos del consumo, se encuentran las náuseas y vómitos, ojos enrojecidos, mucha sed, apetito intenso y aumento de la frecuencia cardíaca. “También risa inmotivada, alteración de la percepción con mucha distorsión de la realidad, enlentecimiento en la percepción del tiempo, euforia y puede haber alucinaciones. Hay alteraciones en la función cognitiva inmediata, lo que impide conducir un vehículo”, enumera Damin.

Otro problema creciente que revelan los especialistas es el vapeo. “Los chicos, en su afán de que se les permita fumar marihuana, vapean. Entonces a veces los padres se quedan más tranquilos porque piensan que es menos dañino. El problema de la marihuana es, por un lado la combustión, que afecta los pulmones, y el otro problema son sus componentes, que en el vapeo están todos. Entonces el vapeo es un poco mejor -aunque altamente nocivo- y nunca debe darse en una persona menor de edad”, señala el jefe de Toxicología del Hospital Fernández .

Otra forma de consumo de la marihuana es a través de comidas, como brownies y tortas, entre otras. Al ir por vía digestiva su absorción es más lenta (los síntomas pueden tardar en aparecer entre media hora y tres horas) y los cuadros de intoxicación son potencialmente más graves.

7. ¿Cómo impacta el consumo de alcohol en menores de 18 años?
“No hay que perder de vista que el cerebro y el hígado están en formación hasta los 20 años”, recuerda Gabriela Torres, secretaria de Políticas integrales sobre Drogas de la Nación (Sedronar).

“Hay que explicarles que cuando tomaste de más, podés llegar a consentir situaciones que en condiciones normales no aceptarías, como el sexo sin cuidados, el consumo de una sustancia, o a cualquier otro tipo de situación que implique ponerse en riesgo”, grafica Damin, jefe de la División Toxicología del Hospital Fernández.

Entre los efectos más importantes, los especialistas mencionan que puede provocar:

Alteraciones en la conducta: el consumo de alcohol no es la causa de la violencia, pero el abuso de alcohol puede acentuar algunas actitudes agresivas, así como también la angustia o la tristeza. También puede provocar accidentes domésticos y afectar el rendimiento en los estudios porque altera la capacidad de atención y concentración. También baja la capacidad física y aumenta el riesgo de lesiones en el deporte.

Daño neurológico y dependencia: provoca daños en el sistema nervioso central. Entre los adolescentes, hay mayor riesgo de generar dependencia. Damin explica que “cuando se empieza a los 13 o los 14 aumentan las chances de etilismo crónico y de consumo a largo plazo con peores consecuencias, porque el daño neurológico es mayor y el deterioro neurocognitivo ocurre más temprano”.

Impotencia sexual: se sabe que la ingesta prolongada de alcohol es una de las principales causas por las que los varones jóvenes consumen sildenafil. La impotencia sexual que genera, no en pocos casos, se contrarresta con medicamentos.

Enfermedades irreversibles: solo el 10% de lo que se ingiere se elimina por orina y sudor. El resto es digerido por el hígado y se convierte en azúcar, causando enfermedades con efectos irreversibles como la cirrosis hepática, pancreatitis, diversos cánceres y enfermedades cardiovasculares.

Debilitamiento del sistema inmunitario: evidencia científica reciente sostiene que contribuye a aumentar la carga de morbilidad asociada a enfermedades transmisibles como el VIH/SIDA, la tuberculosis y las de transmisión sexual, debido por un lado al debilitamiento del sistema inmunitario por efecto del alcohol y, por otro, a que la embriaguez obstaculiza la adherencia de las personas al tratamiento con antirretrovirales.

8. ¿Cómo hablo con mi hijo si sospecho que puede estar teniendo consumos problemáticos?

Los especialistas de la Healthy Children Foundation de la American Academy of Pediatrics, ofrecen diversos recomendaciones a la hora de acercarnos a ellos y hablar del tema:

  • Confiá en tus instintos: si tenés esa sensación perturbadora de que tu hijo adolescente pueda estar teniendo consumos problemáticos, no la ignores. Hablá con tu hijo y contale tu preocupación.
  • Preparate: si tu hijo se sincera y te habla abiertamente sobre su consumo de sustancias, tratá de ser fuerte y asumir una postura para tranquilizarlo y ayudarlo.
  • Buscá la ayuda profesional de un pediatra o de un terapeuta en salud mental o en adicciones.
  • Vigilá la situación: contar con evidencia física, como encontrar drogas o utensilios en su habitación, fotos en Facebook o mensajes de texto acerca de compra, venta o consumo de sustancias, puede ayudarte a forzar el asunto.
  • Consultá con su pediatra: prestá atención al comportamiento de tu hijo, aún cuando no encuentres evidencia física, y brindale detalles explícitos al pediatra sobre cualquier cambio conductual.

Consejos para hablar con tu hijo y comunicar tu preocupación:

  • No vayas al choque con tu hijo cuando esté enojado o intoxicado. Esperá hasta que todos se hayan calmado y él esté sobrio.
  • Es mejor hacer un plan antes de hablar con tu hijo.
  • Elegí un momento en el que tengan privacidad y haya un mínimo de interrupciones.
  • Guardá todos los celulares y enviá a los otros niños fuera de la casa.
  • Evitá acusarlo, ya que podrías estar equivocado. Algunos comportamientos que sugieren abuso de sustancias, como mostrarse indiferente y distante, podrían también ser síntomas de depresión. O quizá el adolescente esté pasando por otros problemas.
  • No lo subestimes ni lo hagas sentir culpable con frases del tipo: “¡Seguí así que vas a matar a tu padre!”. Solo lograrás acentuar su sentimiento de que no sirve para nada y eso podría llevarlo a incrementar el consumo para tapar su dolor.
  • Tratá de expresar tus inquietudes, por ejemplo de esta forma: “Hemos notado algunos cambios en vos últimamente”. Enumerá esos cambios y luego continuá:. “Te amamos y sentimos que algo te está pasando. Algunas personas actúan de forma distinta, porque experimentan con la bebida y otras drogas, y luego se dan cuenta de que el control se les fue de las manos. ¿Es esto algo por lo que debamos estar preocupados? Si es así, esperamos que seas honesto con nosotros y nos lo digas, de modo que podamos ayudarte a detenerlo, ya que las drogas son un problema sumamente grande para que un joven lo maneje por sí solo y sin ayuda”.

9. ¿Qué hago si mi hijo tiene una adicción?

No ocultes la situación: negar un consumo problemático nunca lleva a nada. El primer paso es asumir que hay un problema, ya que para la persona afectada esto muchas veces no es posible.

Mantené la calma: no entrar en pánico, ocuparse y buscar ayuda especializada es fundamental. Pablo Rossi, psicólogo especialista en adicciones, director de Fundación Manantiales, detalla que la serenidad permite evitar situaciones violentas, discusiones inútiles, actitudes condenatorias y acusaciones humillantes que perjudican aún más la relación, de por sí endeble.

No busques culpables: hay que desarmar la idea de que hay un culpable, ya que muchas veces es un síntoma de algo que pasa en la familia. Es clave que la misma se reconozca como parte del problema, no como “observador o testigo impotente”.

Generá espacios de diálogo: transmitile que lo querés acompañar para pensar juntos qué está pasando como familia. Generar instancias de conversación es fundamental. No deben ser interrogatorios, sino espacios de escucha donde se registre al otro.

Poné límites: “Dialogar con ellos pero a la vez poner límites es clave. El adicto tratará de engañarnos una y otra vez, y nosotros debemos amarlo con responsabilidad e inteligencia. Amar no quiere decir dejarse engañar. Poner límites y mantenerlos con firmeza es la mejor manera de amar al hijo. Por ejemplo podemos decirle: vos fumarás marihuana pero acá en casa no se fuma. Yo no tengo problema en saber que vos fumás, vamos a buscar una solución pero en casa no se fuma, alcohol en casa no se toma, la previa en casa no se hace”, sostiene Carlos Damin.

Si se niega a recibir ayuda, buscala para vos: “Si mi hijo no quiere aceptar el problema, busco ayuda para mí y comienzo a hacer algo”, recomienda Carlos Damin de manera categórica. Más allá de la terapia individual o familiar, existen grupos anónimos dirigidos a familiares. Estos grupos son espacios muy valiosos donde se comparten preocupaciones y experiencias y se encuentra apoyo afectivo.

Involucrate en el tratamiento: desde Fundación Manantiales recomiendan encarar el problema en familia, con disposición a realizar “todos” un tratamiento, para que cada uno pueda replantearse su rol en la problemática de fondo. De acuerdo a la experiencia de muchos especialistas, si la familia se pone a trabajar en ciertas cuestiones, puede pasar que luego quien tiene la adicción también se decida a empezar.

10. ¿Qué hago si noto que mi hijo llega a casa intoxicado?

Los expertos de Mayo Clinic, centro médico dedicado a atención de la salud, investigación y educación a nivel mundial, recomiendan actuar de la siguiente forma:

No reacciones mal: si te cuenta que ingirió alguna sustancia o notás que se encuentra bajo sus efectos, el primer paso es ayudarlo a recuperarse. No es momento de retarlo, castigarlo o reaccionar de manera agresiva . En otro momento, cuando ya esté recuperado y descansado, podrán conversar con calma sobre lo que pasó.

Evaluá si necesita ayuda médica: si tiene los siguientes síntomas no debés dudar en pedir ayuda inmediata ya que la intoxicación alcohólica puede causar un coma e incluso la muerte:

● Vómitos
● Convulsiones
● Respiración lenta o irregular
● Piel azulada o pálida
● Temperatura corporal baja -hipotermia-
● Desmayos -pérdida del conocimiento- sin poder despertarse

Si sospechás que alguien tiene intoxicación por alcohol, incluso si no ves los signos y síntomas clásicos, buscá atención médica inmediatamente. A continuación, te explicamos qué debés hacer:

  • Llamá al 911 o al número de emergencias médicas de inmediato. Nunca asumas que la persona dormirá hasta que la intoxicación por alcohol desaparezca.
  • Preparate para proporcionar información al personal del hospital o de urgencias sobre el tipo y la cantidad de alcohol que la persona tomó y cuándo lo hizo.
  • No dejes sola a la persona si está inconsciente. Ya que la intoxicación por alcohol afecta la manera en que funciona el reflejo de náusea, alguien con intoxicación por alcohol se puede ahogar en su propio vómito y no poder respirar. Mientras esperan la ayuda, no intentes hacer que la persona vomite porque se puede ahogar.
  • Intentá mantenerla sentada. Si la persona debe acostarse, asegurate de que lo haga con la cabeza vuelta hacia el costado, esto ayuda a prevenir los ahogos. Tratá de mantener a la persona despierta para evitar que pierda el conocimiento.
  • No tengas miedo de pedir ayuda: puede ser difícil decidir si alguien está lo suficientemente alcoholizado como para solicitar intervención médica, pero es mejor equivocarse como precaución.

Una vez superada la crisis:

  • Cuando tu hijo ya se encuentre sobrio y descansado, es hora de conversar sobre lo sucedido. Para ello los especialistas recomiendan que prepares un plan y busques un momento de privacidad evitando las interrupciones.
  • Guardá la calma: evitá dramatizar durante la conversación. Podés comenzar con una pregunta abierta, tipo: “¿qué pasó anoche?”. Dejalo que explique sin interrumpirlo y sin juzgarlo, de lo contrario es probable que se cierre y evite seguir hablando.
  • Si se muestra muy cerrado y se niega a hablar, podemos expresar cómo nos sentimos frente a lo sucedido: “Me preocupé mucho cuando no llegabas. Me enojé al verte en ese estado. Me daría tranquilidad que me cuentes lo que pasó o qué consumiste”. Evitá juicios de valor.
  • Intentá conocer qué y cuánto consumió y por qué lo hizo (los motivos).
  • Facilitale información. Si ves que le falta información sobre los riesgos de los consumos de sustancias, aprovechá para dársela y reflexionar juntos sobre ello.
  • Terminá la conversación con un compromiso de responsabilidad por parte de nuestra hija o hijo respecto al consumo de sustancias en futuras salidas de ocio.
  • Planteá en familia qué podemos trabajar para protegerlo y evitar que este comportamiento se convierta en un hábito: ofrecerle otras alternativas de ocio saludable (con amistades y con la familia), negociar horarios y otras normas con consecuencias asociadas si no se cumplen (fijadas de antemano), aumentar la comunicación acerca de los aspectos que le preocupan en su día a día para poder apoyarlo si lo necesita.

Evitá:

  • Acusaciones, bombardeo de preguntas, actitudes de vigilancia y posturas excesivamente rígidas y coercitivas.
  • Imponer inmediatamente una norma rígida, antes de recabar información.

11. ¿La adicción a las drogas se “cura”? ¿Qué tipos de tratamientos existen?

La adicción es una enfermedad y la recuperación siempre es posible. Cuanto más temprano consultes es mejor. “Hay que ver si hay una dependencia y cuál es la complejidad del consumo, pero siempre tiene solución y es posible tratarlo en cualquier nivel”, explica Damin, jefe de la División Toxicología del Hospital Fernández.

Existen diferentes tipos de tratamientos que a grandes rasgos se dividen en: ambulatorios, hospital de día (casas de medio camino) y los que implican la internación del paciente. Todos ellos pueden complementarse con grupos de recuperación (conocidos como grupos anónimos), que tienen muy buenos resultados tanto en pacientes como en sus familias (hay grupos específicos para apoyar y acompañar a los familiares). La decisión acerca de cuál es el mejor proceso de recuperación para una persona es recomendable que esté a cargo de un profesional.

Para definir cuál es el mejor abordaje en un caso de adicción, Fabián Naparstek, doctor en psicoanálisis y profesor a cargo de Clínica de la Toxicología y el Alcoholismo, de la Facultad de Psicología de la UBA, hace fuerte hincapié en la necesidad de partir de un diagnóstico profesional. Lo crucial, a su entender, es evaluar qué conviene en cada caso. “En algunos casos, se hace una terapia ambulatoria y resulta, y, en otros, es necesaria la internación para proteger la integridad física del adicto y de su familia. Cada persona es un mundo”, concluye Naparstek.

Para Carlos Damin, jefe de toxicología del hospital Fernández: “Lo ideal es buscar un tratamiento integral que incluya psicólogo, toxicólogo, psiquiatra y trabajador social y que siempre esté acompañado de cambios en casa. Al respecto, advierte: “Toda la familia tiene un problema y todos tienen algo para hacer o cambiar. No sirve llevar al hijo al psicólogo y luego desentenderse”.

Con respecto al tipo de tratamiento, el especialista opina que debe intentarse siempre que sea ambulatorio porque permite que el paciente no pierda contacto con la realidad y la cotidianeidad. “Debemos agotar la instancia del tratamiento ambulatorio, ya que es el que no desintegra el grupo familiar, es el que no aísla al consumidor y lo mantiene inserto dentro de la sociedad”, explica.

Los grupos de recuperación de adicciones son una herramienta terapéutica que, ya sea en el marco de una internación o de un tratamiento ambulatorio, aportan grandes contribuciones al proceso de sanación. Los especialistas coinciden en que ayudan a reconstruir los lazos sociales, a reforzar la voluntad y a internalizar el concepto de que la persona no está sola. Sin embargo el doctor en psicoanálisis remarca: “Ninguno de este tipo de dinámicas permite desplegar la singularidad de cada sujeto. Por eso, hace falta una terapia individual en paralelo. De hecho, los grupos anónimos, así como las comunidades, reconocen que además hace falta la terapia individual”.

Entre los tratamientos más populares que involucran grupos, se encuentran las agrupaciones anónimas, a la manera de Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos, y las comunidades terapéuticas:

Grupos anónimos: el tipo de tratamiento tiene una perspectiva religiosa, pero de ninguna religión en especial. Se plantea que hay una autoridad espiritual más alta y quienes llevan adelante el tratamiento responden a esa autoridad llevando adelante doce instancias de recuperación. Plantea que la adicción es una enfermedad para toda la vida.

Comunidades terapéuticas: surgieron en la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente, quienes ocupaban el lugar de autoridad eran ex enfermos. La lógica es que alguien que ya pasó por eso puede ayudar a alguien que está pasando por lo mismo. Esa figura hoy sigue vigente, pero, con el tiempo, la composición de estas comunidades se fue nutriendo con la presencia de profesionales. Por lo general ofrecen tanto tratamiento ambulatorio como internación.

12. ¿A dónde puedo pedir ayuda y asesoramiento?

  • Línea 141: Es un servicio telefónico de primera escucha y asistencia inmediata de la Sedronar. Es anónimo y gratuito, funciona las 24 horas, los 365 días del año. Brinda información, atención y acompañamiento para situaciones de consumo de sustancias. Cuenta, además, con contención diferenciada para los familiares y entornos afectivos que realizan consultas.
  • Hospital Fernández: División de Toxicología del Hospital Fernández: en este momento, brindan atención telefónica y personal las 24 horas (para urgencias) y además tiene internación y hace tratamientos ambulatorios con admisión de lunes a viernes por la mañana; también brindan acompañamiento y asesoramiento a familiares. Av. Cerviño 3356, CABA. Tels.: (011) 4808-2655 o 4801-7767.
  • Narcóticos Anónimos: Brinda atención de manera libre, gratuita y confidencial las 24 horas del día a través de su línea: 0800-333-4720 – WhatsApp: 1150471626. Desde su página web se puede asistir a una reunión virtual.
  • Fundación Manantiales: Se dedica a la investigación y tratamiento de personas con adicciones. Comunicarse por WhatsaApp al 11-5582-4000 o al 11 4382 8500.
  • Fundación Niños sin Tóxicos: Fundartox realiza prevención, diagnóstico, asistencia e investigación vinculadas a vinculadas al consumos problemático de sustancias psicoactivas; también brindan acompañamiento y asesoramiento a familiares. WhatsApp: 11-4404-8004
  • Alcohólicos Anónimos: Brindan escucha y asistencia con un programa de recuperación del alcoholismo de 12 pasos, funcionan en todo el país; los lugares pueden conocerse enla web; tienen actualmente reuniones virtuales. Consultas por WhatsApp 11 2292 6686 de lunes a viernes de 11:00 a 18:00 hs.

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